intolerance will not be tolerated


     ¿Por qué nos aguantamos y nos callamos tanto las injusticias? más bien, ¿Por qué nos resistimos a cambiar nuestra realidad?, la cual sabemos se nos está pudriendo en las manos. México es un país en dónde los acontecimientos y las polémicas salen como pan caliente a diario. Apasionante para los medios, sin embargo cuando vemos como sociedad que nuestras noticias diarias son básicamente acerca de negligencia médica, asesinatos, robos, maestros con ortografía pobre, gente que trafica con sus hijos, otra tanta que se roba la luz y se ríe o que tira el agua como si el pozo no tuviera fondo, se torna desesperanzador… (para algunos) porque francamente a la mayoría parece no importarle mucho que cruja la rama en dónde están sentados .


Sin embargo, en nuestra mexicanidad existe una minoría (casi en su totalidad educada) que sí tiene algo de conciencia social, no obstante todavía egoísta, (cosa que suena juiciosa, pero algo cierta) sobre todo cuando nos ponemos a pensar que esa falta de responsabilidad común en México es casi en su totalidad, falta de información y de reflexión. Puntos que con algo de de esfuerzo de ambas partes son totalmente tratables. Está en manos de ese segmento que tiene una idea de lo que se debe de hacer para cambiar las cosas, el informar y tratar de enseñar a los demás que tal vez hay un mejor camino.

El problema fundamental es cómo hacerlo notar en medio de una realidad ficticia casi esquizofrénica con la que nos envuelven los medios y la política y que no dejan ver claro. La fábrica de sueños de San Ángel (entre otros) nos está acostumbrando a permanecer atónitos, pasivos y sobre todo a dejar que nos sigan alimentando las carencias, las cuales ya no caben en la faja que nos debemos poner el día de hoy.

Cuando para algunos el cinismo y el sarcasmo se agotan como manifestaciones de descontento ante el panorama, llega el punto en el que esos agentes demandan cambio y lo demandan ya. El afán no es violar la ética ni los valores, sino darles el uso que se necesita en una sociedad evolucionada que ya está hasta la coronilla de la intolerancia. Suena irónico, hasta absurdo, pero llega un punto en dónde la ignorancia y la falta de sentido común se distinguen muy bien. A la séptima vez que encuentras la manguera abierta “regando” el pavimento cuando se ha dado aviso (casi personalizado) de la falta de agua es como para pensar que el despilfarre se hace a propósito.

Da coraje e impotencia el saber que a diario miles toleran la intolerancia de millones. Sobre todo cuando hablamos de injusticia hacia humanos y seres vivos. La realidad es que ambas partes, aunque cueste aceptarlo vivimos en una comodidad constante, a la cual le cuesta pararse de su hamaca para poner orden. Quizá hace falta algo de altruismo, buena voluntad, menos egoísmo, tal vez más esperanza, la pócima no está formulada, tal vez si nos ponemos a hacer algo, un día podremos descifrarla con certeza.


2 comentarios:

  1. Estas son las reflexiones de una activista social en potencia. Ojalá se transforme en eso.

    Me dio gusto trabajar otra vez con usted.

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  2. Creo que el último post tiene más cara periodísitica.. ojalá lo puedas leer
    a mi también me dio mucho gusto tenerte como maestra otravez :)

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